lunes, 27 de agosto de 2018

Marini pulverizador Rialma

Primer fumigador automotriz hecho en Argentina, aunque artesanal (no pasó la fase de prototipo) y no fabricado en serie. Lo construyeron dos hermanos de apellido Marini con materiales en desuso a fines de los años 50's y eligieron el color verde inglés con frente y botalones de color amarillo. De aspecto rudimentario y poco prolijo pero al fin y al cabo funcional con estructura tubular y bastidores de acero soldados, con líneas rectas, sin concesiones a la estética. Los hermanos Marini priorizaron aspectos como la practicidad y robustez sobre la apariencia.
La cabina era de tipo abierta / semicerrada ya que montaba un pequeño toldo o cabina muy elemental, sin vidrios. El puesto de conducción estaba alto para dar visibilidad sobre el cultivo, por encima del eje delantero.
Contaba con altura libre al suelo con notable despeje (del tipo “high crop” para cultivos de gran altura), permitiendo trabajar sobre maíz, sorgo o girasol ya desarrollado sin dañarlos. Se aprecia un techo plano de chapa sostenido por montantes verticales, que funciona más como parasol o resguardo de lluvia ligera que como estructura de seguridad y los laterales son completamente abiertos, sin puertas ni barandas protectoras.
Los mandos (volante, pedales y palancas) para el operador están dispuestos en forma muy ergonómica básica, con predominio de componentes estándar de tractor o automóvil adaptados.
En el interior, el asiento enterizo es simple y probablemente metálico con cojín o incluso de tipo banco, ubicado justo sobre la plataforma elevada.
Tanque metálico de producto lateral, con el nombre de la marca pintado (“RIALMA”). De construcción cuadrada y metálica, no plásticos como los modernos.Contaba con rodado delantero doble y traseros simples, a la postre una solución ingeniosa para repartir peso y dar mayor flotación en suelos blandos.
Este tipo de máquinas, como la Rialma, fueron pioneras de la mecanización agrícola en Argentina, cuando la autopropulsión en pulverización era algo prácticamente inédito en el mundo (años 50–60).
Mostraban ingenio criollo, reutilizando componentes de camiones y tractores para adaptarlos a un uso completamente distinto.
Confort inexistente; sin suspensión hidráulica ni cerramiento de cabina. El operario quedaba expuesto a deriva de químicos. Innovación pese a lo rudimentario, representaba un salto tecnológico enorme frente al pulverizador de arrastre con caballos o tractor.

Lugar de Fabricación: Maria Susana, departamento Castellanos, provincia de Santa Fe.

Inicio de fabricación: circa fines 1950
Fin de fabricación: circa fines 1950
Origen: Argentina

Chasis derivado de camión (posiblemente Ford, Chevrolet o similar).
Motor: naftero de 4 o 6 cilindros, frontal
refrigerado por agua.
La entrada de aire, radiador y escape están visibles
Tracción: 4x2 trasera.
Dirección: mecánica, con columna expuesta y transmisión directa a las ruedas delanteras.
Suspensión: probablemente por elásticos (ballestas), aunque modificados para la altura de trabajo.
Botalón: metálico, plegable, con accionamiento mecánico y boquillas distribuidas a lo largo.
Accionamiento de bomba: probablemente mecánico por toma directa desde el motor, mediante correas y poleas que se aprecian en el lateral.
Bomba de diafragma o pistones: de hierro fundido de alto caudal, visibles en las fotos (con ruedas y válvulas externas). Accionada por toma de potencia del motor, sistema de poleas y correas visibles.
Control: válvulas manuales de regulación montadas a la vista en el costado de la máquina.
Tanque de producto: metálico, con capacidad estimada entre 400 y 800 litros (según dimensiones).
Regulación: seguramente manual, con válvulas de paso y manómetros básicos, sin control automático de presión ni caudal.
Cobertura: barras de 8 a 12 metros (aprox.).
Rodado delantero / trasero: 6.00–16” / 9.00–24”
Tanque de nafta (litros): 35

Velocidad de trabajo: limitada, no más de 8–10 km/h para asegurar buena calidad de pulverización.

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