A inicios de la década del 80' (circa 1981/1982) y previo a la guerra de Malvinas y al cierre de importaciones de maquinaria agrícola, entre otros rubros, se produjo un convenio de fabricación entre AuMec y la empresa rumana UTB (bajo la marca Gloria).
El contexto económico imperante de la época era el de la famosa "plata dulce" (dólar muy barato e importaciones libres) que propiciaban la introducción de competidores a un mercado que estaba cerrado desde mediados de la década del 50', provocando la pérdida de competitividad de las empresas locales.
Una vez explicado el contexto imperante de aquella época, la idea de los directivos de AuMec era la posibilidad de traer (primeramente) máquinas semi armadas (formato SKD), para posteriormente agregarle piezas de origen nacional y así abaratar costos.
Pero una vez rubricado el arreglo que fue con la empresa Universal de Brasov, de Rumania, esta envió desde aquel país dos cosechadoras en formato CKD (complete knock down, o sea, kits totalmente desarmados para armar). El modelo elegido era la Gloria C12.
Algunos de los componentes nacionales que NO venían en el kit en CKD eran las ruedas, motor, plataforma producida por la misma AuMec y también la cabina panorámica para el operador (que en su país de origen no se producía así).
Junto con los contenedores, se hizo presente una delegación compuesta de 2 empleados de la empresa: uno era técnico y el otro ingeniero: particularidades al margen, el técnico hablaba bien el castellano e inglés mientras que el ingeniero no tenía dominio alguno de nuestro idioma (solo se expresaba en inglés y ruso).
Tadeo Buratovich, quien fuera entrevistado por el canal de You Tube de Pesados Argentinos, pudo conocer al personal rumano y asegura que "tuvo confianza y trabó cierta amistad, muchas veces nos encontrábamos y charlábamos".
Una vez armadas ambas máquinas, se probó una de las dos unidades y el lugar elegido de la prueba fue la zona de Guatimozín, provincia de Córdoba, en los campos de un agricultor.
Al tiempo, la delegación enviada por UTB retornó a su país y el acuerdo contemplaba seguir trayendo más máquinas para afianzar la producción local, intentando sumar más componentes de manufactura argentina.
Esto se empezó a complicar allá por el año 1983, cuando el dólar empezó a cambiar su cotización y ya la importación no era tan sencilla como hasta aquel momento y las máquinas nacionales habían acusado recibo de que debían modernizarse y la respuesta de las marcas locales no se tardó en llegar.
Por ello, la producción se limitó al armado en CKD de los kits enviados desde Brasov a Arequito y lamentablemente el proyecto se truncó a fines de 1983.
Queda el recuerdo de un proyecto que no prosperó, pero que pudo ser una interesante alternativa a las propuestas del mercado local.
En un próximo artículo, se desarrollarán aspectos netamente técnicos de la cosechadora.
Agradecimiento especial a Tadeo Buratovich por la colaboración y nota. Link ->