viernes, 13 de junio de 2014

Davilor / TIM Argentina

Davilor
El segmento de pulverizadoras autopropulsadas recupera un protagonista con largo predicamento en el mercado local. Se trata de Davilor, la marca oriunda de Venado Tuerto (Santa Fe), cuya actividad estuvo prácticamente paralizada desde el fallecimiento de su impulsor, Oscar Dichiara, en 2011.
El regreso de Davilor se produce en el marco de un acuerdo empresario con TIM Argentina, firma con 15 años de trayectoria en la fabricación de monitores de siembra. La producción de las unidades autopropulsadas comenzará en marzo, en una planta ubicada en Monte Maíz (Córdoba).
En su fase inicial, el plan de trabajo incluye la fabricación de una versión actualizada del modelo Davilor que se comercializaba hasta 2011.
Tecnología singular: Desde sus orígenes, los equipos Davilor se caracterizaron por desarrollar un concepto de pulverización absolutamente innovador para el mercado nacional. Básicamente, se trata de equipos diseñados para trabajar con aplicaciones de menores volúmenes de caldo por hectárea, mediante la regulación del tamaño y la cantidad de gotas.
De esa manera, se puede combinar una elevada autonomía con un tanque de reducidas dimensiones. Por caso, la pulverizadora autopropulsada Davilor opera con un tanque de sólo 1220 litros, logrando una autonomía de por lo menos 40 has con aplicaciones que nunca exceden los 30 litros por hectárea.
La reducción en el tamaño del tanque no solo implica menos peso por la menor cantidad de agua que se debe transportar, sino también por los componentes requeridos en el chasis. Una máquina más liviana supone menor compactación del suelo y, sobre todo, la posibilidad de trabajar a mayores velocidades con menor consumo de combustible, roturas y desgaste de materiales. La pulverizadora Davilor presenta un peso en orden de marcha de apenas 4000 kg.
Experiencias mundiales: Si bien se trata de una tecnología innovadora en Argentina, a nivel mundial ya ha sido probada con éxito por reconocidas marcas globales. Es el caso de la pulverizadora SpraCoupe, de AGCO Corp, con 40 años de trayectoria en el mercado.

TIM Argentina Es una empresa de Monte Maíz (Córdoba), especializada en la fabricación y venta de monitores de siembra, sensores de semilla y otros accesorios de Agricultura de Precisión. En 2014 suscribió un acuerdo empresario con la marca Davilor, en el marco del cual comenzó a fabricar pulverizadoras de la reconocida marca de Venado Tuerto.

ANEXO DICHIARA: Oscar Dichiara dice que va a cerrar la pyme venadense donde fabrica pulverizadoras porque perdió “todo durante la guerra gaucha”. Dueño de Davilor, pyme familiar que poseía 14 operarios, y llegó a exportar una novedosa pulverizadora –que ahorra un 50 % de agroquímicos– que producían con destino a Brasil, Paraguay y Uruguay. Hasta estuvo a punto de ubicar máquinas en Rusia. Todo parecía ir sobre ruedas hasta que arreció la guerra gaucha, en marzo de 2008. “Me fundí gracias a la Mesa de Enlace. A causa de los cortes de ruta de los señores de Firmat y Venado Tuerto, por los miguelitos que tiraban en el camino e impedían que los comisionistas llegaran con los insumos. Por ese conflicto ilógico e inexplicable no pude sacar de la fábrica las máquinas que tenía que entregar y me fundí”, narró Dichiara.
“Estoy refundido”, insistió el empresario, con bronca incontenible que le brota sin tapujos apenas se le toca el tema. Sus palabras rebotan en la fábrica vacía que aún hoy está en pie en el kilómetro 369 de la ruta Nº 8, en las afueras de Venado Tuerto.
Este hombre, que comenzó hace 13 años a fabricar pulverizadoras no encuentra aún hoy una explicación al conflicto que paralizó el país. “En el 2001 estábamos quebrados y ningún chacarero puso ni el dedo gordo en la ruta. Todos se hicieron combativos cuando teníamos delante nuestro el mejor año en mucho tiempo”, protestó.
Además de 14 operarios, que tras el colapso productivo comenzaron a buscar trabajo en otro lado, el resto de sus empleados lo compone su familia: su esposa y sus dos hijas.
Años de entusiasmo. Esta pequeña fábrica arrancó en 1996 a producir una pulverizadora cuyo principal atributo consiste en ahorrar hasta un 50 % de agroquímicos que requiere para sus aplicaciones. Semejante ventaja para el productor no debe hacerle ninguna gracia a Monsanto,
principal productor de glifosato. Tampoco a ingenieros agrónomos que lo venden.
Aunque Davilor nunca llegó a ser una fábrica de gran envergadura, iba viento en popa en 2008. Dichiara tenía esperanzas de grandes posibilidades para ampliar el mercado externo de sus máquinas. No sólo las enviaría a los países del Mercosur, sino también a Rusia. Había cerrado el año 2007 con un crecimiento cercano al 30 % de sus ventas. De ese volumen, el 80 % estaba destinado al exterior. Es decir, dólares frescos y genuinos. “Pero todo se fue al carajo”, interrumpió.
Antes de que los chacareros salieran a la ruta en repudio a la resolución 125, Dichiara había recibido dinero adelantado, sobre todo de productores paraguayos, para ir fabricando las pulverizadoras que luego debía exportar. “No pude cumplir con los pedidos, porque las máquinas que tenía que mandar por vía terrestre no podían llegar a destino, ya que las rutas estaban cortadas. Y tampoco nadie podía ingresar a la fábrica, así que también me quedé sin insumos. Estábamos atrapados y sin salida”, recordó.
Cero ventas. Después de la guerra gaucha, Davilor no pudo vender ya ni 1 sola pulverizadora. Aquella fecha -11 de marzo de 2008- marcó el comienzo de la caída libre. “A la par de ese conflicto insolidario e ilógico vino la sequía, que en esta zona fue muy dura”, agregó.
La coyuntura se ensañó más todavía, por el lado del financiamiento –caro y escaso- y la reticencia de la plaza bancaria a facilitarlo por estos tiempos. “Una pyme como la nuestra no puede acceder a crédito porque no tiene capital de respaldo. No calificamos. El Banco Nación nos otorgó un crédito de 20.000 pesos. ¿Qué hago con eso, si un solo equipo de los que fabricamos vale casi 400.000 pesos?”, cotejó el industrial.
Tras haber vivido un pasado cercano lleno de vicisitudes, Dichiara enfrenta hoy un presente mucho más duro. Y por eso decide no guardarse nada contra la Mesa de Enlace. Su discurso es disonante en un ramo en el que los fabricantes de maquinaria agrícola han lanzado duras críticas contra el gobierno nacional y a su vez han compartido la posición del sector rural, a la sazón, el territorio de su clientela en el mercado interno. Dichiara está en la otra vereda. “Yo me fundí por ellos, por haber sufrido un conflicto irracional, que no tiene ninguna explicación. Pero esto no me perjudicó sólo a mí, sino a todos. Cuando el precio de la soja había llegado a valores históricos los granos no se vendieron. Y ese precio es posible que no vuelva a repetirse nunca más. Nos hundieron”, repitió.
Dichiara advirtió que otras firmas del sector agroindustrial mucho más importantes, como John Deere o Apache, “se van a poder recuperar, porque tienen una historia y un nombre que las respalda. Pero mi fábrica, como muchas otras, están en una situación diferente. Si no lográbamos cumplir con nuestros pedidos no nos compraban nunca más. Y eso fue lo que ocurrió”.

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