En 1927, por iniciativa de los señores Luis Picco, Antonio Apendino, Juan Danna, y Bianciotti, se abrió en los galpones de la familia Primo, un taller de reparaciones de máquinas trilladoras de vapor.
Movidos por un ímpetu laborioso y progresista, estos hombres consiguieron con esfuerzo, poner en marcha una pequeña fábrica de cosechadoras motrices, que llamaron "La Margariteña" como reconocimiento al pueblo donde radicaron la empresa.
En ese período, se incorpora como socio el Sr. Francisco Aira y en 1935, se trasladaron a otra manzana ubicada al norte de la plaza pública, donde se levantaron grandes galpones.
Para poder competir con industrias similares y lograr una producción en serie, se necesitaban sólidos capitales para hacerlo posible, por lo que se resuelve invitar al Sr. Buriasco (de María Juana), a participar de la empresa.
Compraron modernas maquinarias, tomaron nuevos empleados, se construyeron casas en las inmediaciones y la colonia alcanzó su esplendor, tanto es así que, en 1936, se fabricaron 56 cosechadoras, entre ellas, algunas automotrices.
El personal ocupado fue de 49 operarios, entre ellos, armadores, torneros, ayudantes, hojalateros, mecánicos, ajustadores, marcadores, machucadores, herreros y carpinteros.
CAMBIO DE PAQUETE ACCIONARIO - ETAPA BURIASCO: Pero en 1940, Buriasco adquiere la totalidad de las acciones y llega a ser el propietario absoluto.
Su primera decisión fue el traslado de la fábrica a la localidad de María Juana, donde se veía favorecido con el transporte que le ofrecía por aquel momento el Ferrocarril Central Argentino y con la nueva actividad de Buriasco: la fabricación y reparación de material rodante ferroviario.
Desde esa localidad, la trilladora salió con el nombre de "La Soberana" y comenzaron los trabajos de diseño, proyección y montaje de estructuras de transporte. Fabricaron cureñas, acoplados y carros cañeros y tras la Segunda Guerra Mundial adaptaron los camiones de rezago para transporte de granos y ganado. En 1944 los socios se separaron y Buriasco conformó junto a sus cuñados la firma La Soberana, la que luego de entablar contactos con el Ejército Argentino, comenzó a fabricar cañones y pontones, tanques de combustible para YPF y de almacenamiento de agua para Obras Sanitarias.
“Cuando Juan Domingo Perón nacionalizó los ferrocarriles el material rodante estaba bastante deteriorado, por lo que necesitarían de la reparación y construcción de vagones”, explicó Vigna, y añadió que “Bautista, que era visionario, decidió construir en secreto un modelo para presentárselo a las autoridades nacionales. Para sacarlo del galpón donde se construyó, debieron romper las paredes. Lo trasladaron por las calles de tierra construyendo tramos de vía removible y empujándolo a pulso con la intención de llevarlo delante de la parroquia y hacerlo bendecir por el sacerdote del pueblo. Del mismo modo lo llevaron hasta el desvío que poseía el molino harinero para montarlo sobre las vías”.
Una vez que el vagón fue aprobado por el Ministerio de Transporte, la familia Buriasco solicitó que se le otorgara la construcción de una partida, para levantar una planta y generar puestos de trabajo en la región. El primer contrato fue por dos mil unidades y comprendía vagones cubiertos, de jaula (para el ganado) y vagones de borde alto para carga pesada.
ETAPA MARGARITEÑA separados de Buriasco, los sres. Cleri, Canale y Alberto trataron en Colonia Margarita de reiniciar dichas actividades y comenzaron a fabricar máquinas que salían con el nombre de "La Reina Margarita". A pesar del empeño puesto por esos hombres, no pudo prosperar el emprendimiento, debido a la falta de capital.
LA EXPERIENCIA SANJORGENSE: Los sres. Apendino y Bianciotti, abrieron una fábrica en San Jorge, para fabricar unidades con el nombre de "San Jorge".